Ganado Equino

Fuente: El Lenguaje de la tierra
Javier L. Gil León
Claudio J. Moreno Medina
Nicolás F. Martín Cabrera

 

José Viera y Clavijo, en su Diccionario, describe a nuestro burro como «un animal sobrio, sufrido, tranquilo, lleva con paciencia los golpes, se contenta con las yerbas más ásperas, teme mojarse y enlodarse los pies, no se revuelca sino sobre la grama, o en un terreno enjuto; en su primera edad es ligero, alegre, gracioso y casi bufón; después se pone ya más serio, y se muestra ardiente, y aún furioso, para el placer. Conoce a su amo y lo lleva con gusto, marchando presuroso; camina, trota y galopa como el caballo; cuando se le carga demasiado baja la cabeza y las orejas; maltratándolo con exceso abre la boca y retira los labios, con un cierto aire burlón; tapándole los ojos, permanece inmóvil; rebuzna, instado del hambre o del amor; no cría insectos; tarda en crecer tres años pero a los dos puede ser padre. La burra pare a los doce meses, y aunque no produce nunca más de un pollino […] El asno suele vivir de veinticinco a treinta años; duerme menos que el caballo, y es más constante en su salud. Con la yegua engendra los mulos. La leche de la burra, joven y sana, es muy medicinal». El tractor y el todoterreno apartaron a los animales de las tareas agrícolas, lo que contribuyó a que fueran desapareciendo de nuestros campos. Hoy en día Tinajo cuenta con 20 burros censados, de los 104 que hay en la Isla. Los tinajeros siguen echando de menos un paisaje en el que camellos o burros acompañen al campesino.

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