El arte rural

Fuente: El Lenguaje de la tierra
Javier L. Gil León
Claudio J. Moreno Medina
Nicolás F. Martín Cabrera

La astucia del campesino en busca de alimento y cobijo enriquece y da vida a un territorio volcánico de por sí duro y hostil. El trabajo cotidiano lo transforma en un verdadero museo al aire libre. El paisaje agrario se expresa a través de la tierra, la piedra y la madera en combinación con la luz y las sombras. A este escenario estático, los cultivos añaden una nota de color que cambia a lo largo del año. Este patrimonio cultural se convierte así en una obra de arte, arte rural.

Al abrigo de los vientos, los cultivos se protegen entre infinidad de muros. La cantidad de piedra utilizada y el enorme esfuerzo hablan de una obra casi faraónica, mucho más si sólo se realizó a fuerza de brazos y cestas. Líneas rectas, curvas, círculos, semicírculos, cuadros, corazones, se dibujan sin un plano previo. La necesidad y la adaptación al suelo hacen al campesino un artesano del territorio. Millones de horas de trabajo están detrás de este legado cultural que no debe caer en el olvido. El respeto a la tierra y a las tradiciones es la base que sustenta las raíces de nuestra historia. Conservar y divulgar estos valores es el mejor regalo que podemos hacer a las futuras generaciones.
La piedra domina en la arquitectura rural tradicional del municipio. Los muros actúan como protagonistas en las tierras de labor, aunque esa presencia se enriquece con la aparición de otras estructuras no menos relevantes. La necesidad se diseña en piedra a modo de refugios o pequeñas chozas. Estas construcciones se adaptan al servicio de las fincas de cultivo, ayudando al campesino a tener o guardar sus aperos o a protegerse del sol, del viento o de la lluvia en las interminables horas dedicadas al laboreo de sus propiedades. Las chozas se embutían en el muro para no perder ni un metro cuadrado de suelo productivo.
Aislados y casi desapercibidos en el paisaje, los taros emergen entre los enarenados a modo de pequeñas fortalezas perfectamente integradas en el medio. Son utilizados como refugio agrícola y ganadero. En ellos se suelen almacenar los aperos de labranza, semillas y pastos, y su sombra cobija el agua fresca y los alimentos del día… Desde el punto de vista constructivo, tienen planta circular, techo cupuliforme y están realizados en piedra seca. Su edad y origen se pierde en la memoria del tiempo, aunque sabemos que muchos de ellos tienen más de doscientos años; en cualquier caso, son elementos que siempre han estado presentes en el paisaje de Tinajo.

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