Fuente: El Lenguaje de la tierra
Javier L. Gil León
Claudio J. Moreno Medina
Nicolás F. Martín Cabrera
El enarenado consiste en sobreponer a los suelos fértiles una capa de rofe que le aporta básicamente dos características fundamentales: retención de humedad ambiental y efecto termorregulador. Es el paisaje de rofe negro y la piedra, de la geometría, de los horizontes cercanos, de una agricultura abrigada.
El proceso de preparación de una parcela para arenarla comienza con la limpieza del suelo, retirando las piedras o plantas que allí crezcan. Luego se aporta una pequeña capa de estíercol de cabras y ovejas del lugar, sobre la que se extiende otra capa de rofe, de un espesor de 10 y 15 cm. A estos enarenados se les vuelve a aportar estiércol después de unos 10 años; a esta tarea se le denomina “refrescar” el enarenado.
Este sistema de cultivo es único y ejemplifica cómo el campesino supo obtener beneficio de la desgracia que supusieron las erupciones de 1730-35. No sólo volvió a plantar sino que dio oportunidad a otros cultivos, antes inviables, que ahora podían crecer aprovechando la capacidad del rofe de conservar la humedad y la temperatura.