Fuente: El Lenguaje de la tierra
Javier L. Gil León
Claudio J. Moreno Medina
Nicolás F. Martín Cabrera
Asociada a la agricultura se encuentra la ganadería, que ha estado presente en estas tierras desde la época prehispánica; principalmente el ganado caprino y, en menor medida, el ovino. Las apañadas son una herencia de ese pasado. La insularidad y las condiciones ecológicas, clima, orografía y pastos de la isla, han propiciado la existencia de unas razas de ganado diferenciadas y perfectamente adaptadas al territorio. Así, las razas locales ofrecen muchas veces productos de mayor calidad, no necesitan tantos piensos compuestos y tratamientos sanitarios, y constituyen un patrimonio genético que hay que preservar para la posteridad. Cabras, ovejas, burros, camellos, vacas y otros animales domésticos ayudaron al campesino, dándole alimento o acompañándolo fielmente en su trabajo diario. Entrar en casa de un ganadero es abrir un pequeño museo vivo de plantas forrajeras y utensilios, verdaderos tesoros etnográficos y culturales. Todavía se nos alegra la vista cuando, al mirar hacia la costa, se ven los rebaños y el pastor, testigos de un mundo que se resiste a perder su lugar entre nosotros.
La gran cantidad de topónimos referentes a las prácticas ganaderas que se dan en Tinajo nos habla de la importancia que históricamente ha tenido esta actividad en el municipio. La Hoya de los Cabritos, Los Corrales de Bermejo, Los Corrales de Los Majos, Corral de Manuel Pacheco, Corral de Maestro José, Corral Punta de la Rama, Las Cambuesas, Majada Grande, son ejemplos de cómo el mundo ganadero se perpetúa en el territorio. Los rebaños con el pastor o en solitario ocupan los terrenos improductivos desde el punto de vista agrícola, los malpaíses y parte del jable. Y es en estos sectores donde, aguzando la vista, se pueden encontrar cambuesas, chozas, refugios, testigos del paso de los pastores por estas áreas de especialización ganadera.