Fuente: El Lenguaje de la tierra
Javier L. Gil León
Claudio J. Moreno Medina
Nicolás F. Martín Cabrera
Numerosas son las calderas o calderetas que se localizan en Tinajo. Por su propia morfología, el cultivo en ellas muchas veces puede pasar desapercibido. Sorprende asomarse a sus bordes y encontrar el terreno domesticado. De la boca del volcán hoy no nacen lavas, sino muros, chozas, corrales, enarenados, bancales circulares y cultivos. No son sólo abrigos naturales sino que su condición de cuencas endorreicas hace que en su fondo se acumulen tierras fértiles, resultado del lavado de sus laderas. Y cuando las lluvias son abundantes, se forman lagunas temporales en su interior, que dejan humedad mucho tiempo después de haber desaparecido. Es la domesticación del último rincón salvaje.