Fuente: Los Ranchos de Pascuas en Tinajo
Nicolás J. Lorenzo Perera
Mª Dolores García Martín
Nos faltan apoyos fundamentados para afirmar -en el caso concreto de Tinajo- que los ranchos de Pascuas sean una variante, versatilidad o modalidad de los ranchos de ánimas. Esa afirmación, tantas veces escuchada en Canarias, requiere un estudio de investigación profundo, lo mismo que lo que concierne a los orígenes y expansión de tales manifestaciones culturales. Y decimos todo esto después de habernos encontrado, recientemente, con un bello libro, de 33 páginas de extensión y editado a multicopia, titulado Cantadores de Almas (a memória da aldeia), publicado el año 1979.
Está centrado en algunas aldeas del Consejo de Estremoz (zona este-central de Portugal) , discurriendo la tradición -«que se pierde en La memoria del tiempo»- de la siguiente manera: cinco o seis cantadores –»representando a Las benditas almas del otro mundo que visitan a Los vivos»– recorren la aldea, las no ches de fin de año y de Reyes, abrigados con capas de lana similares a las que antaño se usaban en la isla de El Hierro, visitando a todas las familias, cantando (»cantar Las almas es una cosa muy seria») en el interior de la vivienda, recibiendo la limosna constituida por panes, chorizos, quesos … que después se vendían y revertían a la iglesia para beneficio de las almas de los muertos. Los desatinos que conocieron los actores de tan hermosa y ancestral tradición vinieron, como acaeció en Tinajo y en tantos pueblos de Canarias, por parte de los propios ministros eclesiásticos o curas: «por causa do padre Afonso» (1).
Que sepamos, no hubo rancho de ánimas en Tinajo. Su primera ermita se remonta a la mitad del siglo XVII, siendo declarada parroquia, bajo la advocación de San Roque, el día 5 de junio de 1796. Como ocurría en diversos lugares de Canarias, sí existía un cuadro, firmado por Manuel Antonio de la Cruz, y una Cofradía de Ánimas, citados, respectivamente, en el inventario realizado el 19 de octubre de 1764 y en la donación perpetua que, en 1812, hizo un vecino de Tinajo, quien emigró con toda su familia a Montevideo, cediendo a la Cofradía de Ánimas de la parroquia de San Roque medio celemín y medio cuartillo de tierra que tenía plantado de tuneras, a cargo del Mayordomo de la citada agrupación para que la administrara como bienes propios de las ánimas(2).
Debido, principalmente, a la divulgación discográfica, son conocidos los Ranchos de Pascuas de Teguise y San Bartolomé, aunque puede afirmarse -es un tema a investigar y ampliar- que existieron en la mayor parte de los pueblos de Lanzarote. Su número en Tinajo fue considerable, pero se trata de un capítulo escasamente difundido y poco conocido, asuntos del que son plenamente conscientes las personas más implicadas de la comunidad:
»En Tinajo en cuestión de ranchos no se ha dicho naa, se puede decir que no se ha dicho naa (…) que sepamos que Tinajo tuvo mucha gente de ranchos, pero mucha, mucha afición a los ranchos, too el mundo cantaba pascuas, pa decirlo claramente, y too el mundo cantaba lo que era corrías, lo oías donde quieras, los chicos guardando cabras, los chicos. . . ondefuera se oía cantar eso (…). Nunca han dicho de los ranchos de Tinajo, nunca los han nombrao pa naa (…) donde mds afición a ranchos ha habío siempre ha sío el pueblo Tinajo (…) «(3).
Es una estampa propia del ciclo invernal, correspondiente al espacio cronológico -ansiosamente esperado- denominado Pascua o periodo que media entre la Navidad (25 de diciembre) y los Reyes (6 de enero), abarcando tres momentos importantes: la Nochebuena y la Navidad a la que también se conoce como Pascua o Pascuas; fin de año y año nuevo; y la víspera y día de los Reyes Magos: »salíamos toos, toos, éramos chicos y nos parecía que tenía que venir las Navidades» (4).
Los ranchos los formaban únicamente varones. Al menos cuatro de hombres adultos hubo en Tinaja durante la primera mitad del siglo XX. Pero la afición seducía también a los chinijos o niños y a los jóvenes; unos y otros, a su modo, llegaron a constituirlos. Ésa era la cantera donde brotaba y se forjaba la iniciación, consecuencia del interés general. Al igual que los de sus mayores, los de los más pequeños salían en Nochebuena, el día de fin de año y el de la víspera de Reyes, pero por el día, durante al gunas horas, recorriendo esencialmente las casas de su pago de procedencia: «en La Laguneta salían por ahí arriba, hasta El Calvario, había una casa aquí y otra allá, como mucho hasta La Plaza» (5)
Un grupo de niños (dos, cuatro, seis) «salían con cualquier archipenque desos»: un panderillo chico, sonajillas, castañetas (de pitera, de gajo de higuera, de brevera (6), «hasta botellas». Cantaban por imitación, »ni sabíamos lo que estabamos tocando», estrofas tales como «Viva Pascuas, viva Reyes / y hasta otro año, si Dios quiere», «Cantemos con alegría I que la tierra está llovía», »Estas puertas son de acero, / aquí vive un caballero’ ‘, «Cantemos con alegría, / de las Pascuas la venía», »Éste es el rancho la jorqueta / que no hay rancho que le meta»… En las casas que visitaban -muchas veces de conocidos, quienes los animaban para entusiasmarlos- acostumbraban a dar les algo: »dos o tres perras, nos daban un mimo», »nos daban un puño de higos pasaos» …
Muchos de aquellos chinijos prosiguieron en los ranchos formados por jóvenes, »zangolotitos», ocho o nueve: «pollantitos, no teníamos ni novia ni naa, de quince años». Provistos de conocimientos musicales más avanzados, fruto de la afición y del fervor que se tenía, tocaban los mismos instrumentos que utilizaban los ranchos de gente mayor, los que se tuvieran: timple, espada, castañetas; o guitarra, timple, sonaja, espada, pandero. Participaban de una forma más formal, es decir, más consolidada: ensayaban en alguna casa al oscurecer; tocaban géneros tales como corridos, Santo Domingo, zapateo; y alguno de ellos, aunque no hubiera un jefe, coordinaba el rancho: «dos habíamos que mandábamos eso, Ángel el de la tahona y yo, como yo sabía algo de toque, el jefe de toque era yo (7). El brindis que se les ofrecía en las casas estaba más acorde con la edad de los componentes: »una trucha, higos pasaos y un vaso de vino siempre había».
En la etapa más antigua que se recuerda (desde 1900 hasta comienzos de la década de los 80) los ranchos de Tinajo no iban a participar en la iglesia, lo tenían prohibido, haciendo cada uno su recorrido por las casas del caserío de procedencia, desplazándose también por algunos de los circundantes:
»Esos son los ranchos, la gente que yo conocí de Ranchos de Pascuas en Tinajo, que habían muchos ranchos en Tinajo, había por lo menos tres ranchos o cuatro ranchos, unos más jóvenes, otros más viejos (….)»(8).
Son recordados cuatro ranchos, denominados según el lugar de procedencia, y, en ocasiones, por el nombre de la persona más representativa, su cabeza visible, en cierta medida su director.
(1) Cantadores de almas (a memória da aldeia): 1979.
(2) Los datos han sido extraídos de la obra: RODRÍGUEZ FERNÁNDEZ, Inmaculada: s.f. ( Una nueva parroquia .. .), pp. 2, 18, 54.
(3) Información oral de don Julián Pérez Betancor, 72 años. Santa Cruz de Tenerife, 2003.
(4) Información oral de doña Asunción Bernal Morales, 71 años. Tinguatón, VIJI-2003.
(5) Información oral de don José Cabrera Cabrera, 68 años. La Lagunera, VIII-2003 .
(6) Se hacían, por ejemplo, con un gajo verde de pitera (que luego dejaban secar) abierto a la mitad, longitudinalmente, unos 27 centímetros, de los 46 correspondientes al rotal. Se empuñaba por la parte de atrás, la que iba unida al tallo o palo de la pitera, golpeando la otra, la abierta, contra la palma de la mano.
(7) Información oral de don Higinio Pérez Cabrera , 66 años. Tajaste, VIII-2003.
(8) Información oral de don Julián Pérez Betancor, 72 años. Santa Cruz de Tenerife, 2003.