Fuente: Apuntes para la Historia de Tinajo
Por Inmaculada Rodríguez Fernández
De los 135 ’28 kilómetros cuadrados que constituyen el territorio municipal, unos 73 se hallan cubiertos por las lavas de las terribles erupciones que, comenzando el 1 de septiembre de 1730y prolongándose hasta 1736, azotaron con enorme virulencia la isla conejera, afectando, sobre todo, a los lugares de Tinajo y Yaiza. Sus consecuencias resultaron devastadoras para los moradores de la isla: aldeas desaparecidas bajo la lava, gentes sin un techo bajo el que cobijarse y buscar refugio, animales muertos, cosechas destrozadas, pérdida de tierras de cultivo, hambre, pobreza, ruina y un elevado número de personas que tuvieron que emigrar porque el volcán se había tragado cuanto formaba parte de sus vidas. En 1824 otra erupción vino a complicar y hacer más dura aún la vida en el pueblo. De esa segunda erupción se formaron los volcanes de Tinguatón, Tao y Chinero.
La mayor parte de los vecinos vivían en una pésima situación económica, sometidos al poder de algunos señores, propietarios de la mayor parte de las tierras de cultivo, y obligados a pagar una serie de elevados impuestos que mermaban su ya deteriorada economía. A muchos apenas les alcanzaba para subsistir, viéndose en la necesidad de inscribirse en el libro de beneficencia municipal, lo cual les daba derecho a recibir asistencia médica gratuita y a que se les proporcionaran los medicamentos necesarios. En ocasiones se rebelaron contra la situación de miseria y agobio ante tantos impuestos. El 10 de diciembre de 1912 se manifestaron en las salas consistoriales del ayuntamiento, donde se leyó un escrito bajo el grito de «Abajo el impuesto de consumos», ante el alcalde y los concejales, reunidos en sesión extraordinaria. Ese hecho fue calificado como de altamente patriótico y nunca antes visto algo semejante en el pueblo.