Fuente: Apuntes para la Historia de Tinajo
Por Inmaculada Rodríguez Fernández
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Ubicadas en La Santa existieron unas salinas a las que se conocía como «Salinas del Río», lugar de donde se extraía la tan preciada y necesaria sal durante la primera mitad del siglo XX. Tenían una superficie de unos ochenta y cuatro mil metros cuadrados. Para construirlas se utilizaron la piedra y el barro. La cal fue el producto usado para impermeabilizar el interior de los canos. El fondo fue fabricado con barro apisonado. Aprovechaban la pleamar para retener el agua en un estancadero con compuerta, estancadero que se conectaba con los molinos de viento que se encargarían, posteriormente, de bombearla.
En el Boletín Oficial del Estado de fecha 10 de junio de 1903 salió publicado el proyecto formado por D. Pedro Medina Rodríguez, vecino de Arrecife, para construir un embarcadero en la ensenada existente entre la isleta de la ría de Sóo y la costa norte de la isla, en el término municipal de Tinajo, con destino a la explotación de salinas. La corporación municipal se hizo eco del proyecto y lo llevó como asunto a tratar en el orden del día de la sesión plenaria celebrada el 19 de julio. Consideraron que se trataba de una obra útil y beneficiosa en todos los sentidos. Decidieron darle su aprobación para que fuera llevada a la práctica lo más pronto posible.
Un mes después se vio una solicitud presentada por el Sr. Medina Rodríguez reclamando contra una concesión que se había hecho a favor de D. Juan Hernández, vecino de Teguise en el caserío de Tiagua, en el Río o Piedra de la Santa para salinas. Su reclamación la fundaba en que ya se le tenía concedida a él en el mismo sitio y para el mismo fin, además de para la construcción de un puerto.
- Fermín de Bethencourt era dueño de un almacén des tinado al almacenamiento de la sal obtenida en las salinas, almacén del que sacó, en 1942, la madera con la que estaba techado para emplearla en una edificación que iba a hacer en Arrecife , porque el almacén ya no servía para el fin con el que había sido construido. Terminó por vender lo que quedó del local, es decir, el solar y las paredes, después de que el ayuntamiento decidiera que para nada le servían tras habérselos donado el Sr. Bethencourt.
Las salinas desaparecieron en los años sesenta, quedando como únicos vestigios de su existencia los molinos de viento.