Problemas con el Agente Ejecutivo

Fuente: Apuntes para la Historia de Tinajo
Por Inmaculada Rodríguez Fernández

 

La presidencia municipal, ostentada por D. Juan Andueza Ocampo, manifestó ante el pleno, reunido en sesión ordinaria el 30 de septiembre de 1900, que según le había manifestado a él el Agente Ejecutor de apremios del pueblo algunos contribuyentes deudores a las contribuciones que se hallaban a cargo del Municipio no le permitían la entrada en sus domicilios para practicar las diligencias de instrucción necesarias a hacer efectivos los descubiertos. Si no se le daban los auxilios que determinaba la instrucción de apremios no le sería posible cumplir con su cometido.

Lo ponía en conocimiento de la municipalidad con el fin de que ésta acordara lo que tuviera por conveniente. Después de quedar enterados de los hechos, los ediles tomaron el acuerdo de decirle que die­ ra cuenta a la Alcaldía de los contribuyentes que se resistían al pago de sus cuotas y que continuara adelante la ejecución respecto de los que no se oponían a ello.
El 11 de noviembre la corporación decidió llamar al Agente Ejecutivo para que diera cuenta del estado en el que se encontraban los expedientes de apremios que adelantaba contra los deudores a las contribuciones cuya cobranza estaba a cargo del Ayuntamiento para que, una vez vistos, pudieran decidir lo que procediera sobre ese asunto. Una semana después, presente el requerido, exhibió los expedientes de apremio contra los mencionados deudores a las contribuciones municipales y de consumos. Una vez que fueron examinados detenidamente observaron que se hallaban completamente abandonados .Ante tal falta de responsabilidad se procedió a amonestar al encargado de esa labor y decirle que si no cumplía con su cometido se procedería a su inmediata suspensión del cargo.
A principios de diciembre el Agente Ejecutivo se volvió a presentar ante el pleno manifestando que, a pesar de su voluntad y diligencia en la tramitación de los expedientes de apremio no había podido conseguir un resultado satisfactorio. El motivo radicaba en que era tal la miseria en la que se hallaban sumidos los vecinos que no les era posible satisfacer las deudas aunque quisieran. Como al cuerpo municipal le constaba la certeza de lo manifestado por el agente, se decidió consultar a la superioridad lo que procedía hacer en una situación así y le ordenaban al funcionario que, aunque se estuviera pendiente de la respuesta, siguiera adelantando los expedientes.

En la sesión extraordinaria celebrada el 20 de mayo de 1881, con la presencia no sólo de los concejales sino también de los asociados mayores contribuyentes en igual número, se dio cuenta de una comunicación del Jefe económico de la provincia, fechada el 27 de abril, en la que participaba al Ayuntamiento que en lugar de las 282’70 pesetas con las que se había estado contribuyendo en años anteriores por el impuesto de consumo y cereales se les exigía la exagerada cifra de 2303’56 pesetas, sufriendo un aumento de 2.020 ’86. Tras una detenida deliberación sobre el asunto expresaron, por unanimidad, que era imposible que en el pueblo pudiera recaudarse el exceso que por tal concepto se les imponía, por la escasez de metálico y por lo reducido que había que­ dado el vecindario a consecuencia de la fuerte emigración producida en 1878 y 1879. En esas fechas un crecido número de vecinos huyó del suelo patrio, que no podía sostener­ les, agobiados por la miseria y los crecidísimos impuestos. Esas desgracias volvían a reproducirse en esos momentos, con mayor intensidad. Las sequías sufridas en el año presen­ te habían contribuido a hacer el momento más desgraciado. Aunque en los últimos meses cayeron algunas lluvias, éstas habían sido infructuosas, puesto que ya no era tiempo para que los labradores hicieran sus siembras, únicos haberes con los que se contaba en la localidad. Sabido era la nula importancia comercial de la misma. Tanto era así que sólo existían en la matrícula cinco individuos en las clases más ínfimas en su especie que reintegraban al Tesoro con la cantidad de 183 ’83 pesetas. No existía alguna otra clase de industria sino la agricultura. Por consiguiente, tanto la contribución directa como los demás impuestos gravitaban sobre la misma, eleva­ da ya a un tipo exageradísimo. Por esas razones quedaron los vecinos reducidos a la mayor miseria, tanto que con justicia trataban de implorar del gobierno de Su Majestad el perdón total de todas sus contribuciones para el siguiente año económico. De lo contrario la emigración se sucedería en mayor escala que la anterior, con lo cual el pueblo podía que­ dar reducido a un número muy corto de vecinos.
El Ayuntamiento y mayores contribuyentes tenían que hacerle saber al Administrador económico que el número de almas no era de 1.732, según el último censo de población, sino de 1342. Eliminados los que exceptuaba la ley quedaba esa cifra aún más reducida.
Además, debían hacerle comprender que el consumo en la población estaba reducido solamente a cereales, o mejor dicho, al producto de sus fincas. Tampoco podían hacer frente a tan crecido y extraordinario impuesto de consumos, con lo cual pedían que se les permitiera abonar el que habían venido satisfaciendo hasta ese momento.

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