Fuente: Apuntes para la Historia de Tinajo
Por Inmaculada Rodríguez Fernández
En 1942 D. Fermín Rodríguez Bethencourt, vecino de Arrecife, era propietario de un almacén situado en La Santa, dentro del término municipal de Tinajo. En una carta enviada al alcalde de este Municipio le exponía que tenía el proyecto de emprender la construcción de una obra de nueva planta en la ciudad en la que se encontraba residiendo. Por tal motivo le era necesario aprovechar la madera con la que se había efectuado el techado del edificio que poseía en Tinajo, dada la gran escasez de ese material de construcción.
También destacaba el hecho de que esa habitación para nada le servía puesto que el almacenamiento de sal, fin para el que había estado destinado desde que se construyera, ya no tenía objeto en ese momento. Por las razones expuestas suplicaba a la Comisión gestora del Ayuntamiento que tuviera a bien concederle autorización para realizar el desguace del techa do y la conducción a Arrecife de las vigas que lo formaban. A cambio donaba gratuitamente, y sin más condiciones, el terreno en el que se hallaba enclavado el almacén.
El Ayuntamiento decidió autorizarle para que realizara lo solicitado y aceptó su propuesta de cesión, pidiéndole que también hiciera donación de las paredes y columnas que lo formaban, tal cual estaban, motivo por el cual le pedían que procurara, al realizar el desguace del techado, que quedaran intactas. El Ayuntamiento entraría en posesión de todo tan pronto el Sr. Rodríguez Bethencourt prestara su conformidad y realizara el destechado.
El acuerdo se tomó el 8 de febrero de 1942. A principios del año siguiente, la corporación, teniendo en cuenta que el solar no tenía aplicación alguna para el Ayuntamiento, acordó autorizar a D. Fermín Rodríguez para que celebrara escritura de venta del solar y de las paredes a D. José Prats Hernández, renunciando el Ayuntamiento a sus derechos y poniendo como condición que el Sr. Prats le gratificara con 1.500 pesetas. En el mes de agoto ya se encontraba ingresada en Depositaría esa cantidad y, dado que el dinero estaba fuera de presupuesto, la corporación consideró necesario que se invirtiera en alguna obra de mejora, decidiendo que se hiciera en arreglar la plaza. La obra consistía en formar un paseo de norte a sur, tomado por la parte del centro, y dedicando los extremos naciente y poniente para la plantación de árboles.