La infructuosa aventura de Don Fructuoso Perdomo. (VI)

Por Agustín Cabrera Perdomo

El gambusero del barco, era un napolitano aficionado a la música que cuando en los plácidos atardeceres de aquella larga travesía y en sus ratos libres, se confundía con el pasaje de tercera clase y que reunidos en cubierta intentaban distraerse con juegos populares y tradicionales de las islas, tertulias donde el tema principal era siempre la próxima arribada a puerto y los planes que tenía cada uno de ellos,

con la incertidumbre de un grupo de Palmeros que con bandurria timple y guitarra, amenizaban las tardes improvisando estrofas picaronas que entretenían a la gente y alegraban los corazones compungidos de los más amaguados viajeros. Marco Zanetti, -que así se llamaba el gambusero-, disfrutaba de aquellos sones folclóricos repartiendo entre los niños chocolate y otras golosinas cuando terminaban las coplas. Se emocionaba aquel hombre ante las lágrimas de muchas mujeres cuando como colofón los Palmeros se arrancaban con unas sentidas malagueñas con la consabida alusión en su letra a las madres isleñas que habían fallecido o estaban a punto. El sagaz Perdomo se había percatado de la debilidad por la música del dueño y señor de la despensa del buque y se trazó un plan para ganar su confianza e intentar conseguir algunas viandas con que poder alimentar a su paisanos y furtivos viajeros durante los días que quedaban de travesía. La única música que había oído Perdomo era la de los Ranchos de Pascua y los de Ánimas aparte de los cantos folclóricos de los bailes de candil y decidió por ello, hablar con uno de los músicos Palmeros por ver si conocían alguna canción napolitana e intentar conseguir que don Marco Zanetti se arrancará cantando, pues se le notaba sus ganas de aprender las seguidillas Canarias. Uno de los músicos, Erasmo Capote natural de Breña Baja, resultó ser un melómano de andar por casa y le confesó a Perdomo que su verdadera vocación habría sido el bell canto pero la falta de recursos de la familia le habían obligado a emigrar con la esperanza de conseguir la oportunidad de estudiar canto en alguna escuela de Buenos Aires. Puesto al corriente de los planes de engatusamiento al italiano, Erasmo quedó en colaborar poniendo todos sus conocimientos sobre la música popular italiana al servicio de la causa. No sé si Oh Sole mío y Torna a Sorrento se habían compuesto ya pero nos puede servir para que el plan tramado por Fructuoso Perdomo, pudiese salir adelante con éxito.

Continuará

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