POR NIEVES ABRÉUT MORALES
Queridos vecinos, vecinas, forasteros, amigos y amigas:
En primer lugar quiero dar las gracias a la corporación municipal por haber pensado en mí, por otorgarme el honor de ser la pregonera de las fiestas de este año 2005.
Una pregonera humilde y sencilla que nació en este pueblo hace ya algunos años, años en que las condiciones de vida, comodidades y las fiestas poco o nada tenían que ver con las que hoy celebramos.
Hija de familia numerosa, a la edad de cuatro años tuve que marcharme a vivir a Arrecife con mi familia, pues mi padre comenzaba a dar clases en la escuela de artes y oficios y los medios de transportes de aquel entonces no permitían el traslado diario a la Capital.
Desde siempre se vivió en mi familia en la más profunda fe cristiana, acrecentada desde aquel entonces por el recuerdo de un pariente cercano, el cura don José Cabrera Carreño, natural de Tinajo y que ejerció como párroco del pueblo desde 1806 hasta 1841, fecha en que murió mientras decía misa en la ermita de La Vegueta, más tarde, inculcada por dos de mis tías monjas, mi tía Nieves y mi tía Isabel que murieron en Cuba y Sevilla respectivamente, consagrando toda su vida a los demás.
Pregón quiere decir difundir, anunciar la buena de la fiesta. Hoy me siento pregonera que oferta nuestro producto más especial: la amistad, la alegría, la diversión y la convivencia en las fiestas de nuestro patrón San Roque.
Este Santo nació en Montpellier (Francia) allá por el año 1300. ya desde muy niño se distinguió por su corazón piadoso. Hijo de una familia acaudalada quedó huérfano muy pronto, vendiendo toda la fortuna familiar para ayudar a los más necesitados. Vistió de peregrino e inició su viaje a Roma, donde se preocupaba de curar a los enfermos de peste, que en aquellos años asolaba toda Europa.
Este continuó contacto con los enfermos hizo que se infestara de la mortal enfermedad, su cuerpo quedó lleno de manchas y úlceras. Tal era su bondad que se retiró a un bosque para no ser un estorbo y no contagiar la enfermedad a los demás.
En el bosque, gravemente enfermo, recibía la visita de un perro que cada día le obsequiaba con un pan (de ahí la leyenda de que quien hace daño a un perro se atrae la antipatía de San Roque para siempre).
La curación definitiva de San Roque fue gracias a la aparición de un ángel, que curó al enfermo que tanto había hecho por las personas más desfavorecidas.
Más tarde fue confundido con un delincuente y encarcelado por unos soldados. En la misma cárcel quedaron admirados por la buena voluntad de aquel joven, y de cómo ayudaba a los demás reclusos y enfermos. Un 15 de agosto, fiesta de la Asunción de la Virgen Santísima, murió como un Santo.
El papa Gregorio XIII (décimo tercero) lo declaró Santo en el siglo XVI (dieciséis), venerándolo desde entonces en muchos pueblos y ciudades.
Dicen que en las iglesias donde se encuentra San Roque hay gran probabilidad de que los vecinos hace siglos lo invocaran ante un foco de epidemia. Recordar, no obstante, en que hace dos siglos las epidemias eran frecuentes en nuestras islas.
Con estos relatos, mi vocación por San Roque quedó patente desde muy temprana edad. Por aquellos días de celebración veníamos desde Arrecife caminando, más tarde con el camión de Jiménez y aún más tarde en la guagua de Rocío para dar gracias al Santo.
El visitar amigas de la infancia, el correr por la plaza, las procesiones y las santas misas quedaron gravadas en mí para siempre.
El olor a ventorrillo, los bailes con timples y guitarras, a los que íbamos era acompañadas de nuestros padres, también son recuerdos que tras el paso de los años aún los vivo con emoción.
En el año 71, ya con mi propia familia decidimos arreglar la casa de mis padres y vivir definitivamente en este pueblo de Tinajo, dejando atrás aquellos años en los que mi madre, con gran devoción, se sentaba a cosernos los trajes hasta altas horas de la madrugada, para que mis siete hermanos tuviéramos vestidos que estrenar por tan señaladas fechas.
Ya recientemente, en el años 90, este ayuntamiento me contrató como animadora del centro recreativo de la tercera edad, donde no quiero dejar pasar la ocasión para dar las gracias a todas las personas que desde un principio confiaron en mí para esta labor y a todas las vecinas y vecinos de Tinajo que en aquellos años organizábamos, con la misma ilusión que cuando éramos niñas, algunos de los actos para la fiesta.
Mención especial a todas las personas que ya no están entre nosotros, para que Dios las tenga cerca suyo, en un lugar especial, en el lugar que merecen.
Es misión de un pregonero reconocer y ensalzar a nuestros mayores, con sus caras satisfechas por el deber cumplido con honestidad.
Es también misión de un pregonero apostar por la juventud, tesoro hermoso, que cuando pasa sólo queda el sublime recuerdo del paso del tiempo.
Es misión de un pregonero entonar un canto de ternura a los niños y niñas de nuestro pueblo, ajenos a veces a la dura realidad y preocupaciones cotidianas.
Pero misión especial de un pregonero es el canto a la tierra que lo vio nacer, y a todos los antepasados que se empeñaron en que las generaciones futuras tuviéramos una vida más digna.
Abrir las puertas de sus corazones a la paz, a la amistad, a la alegría.
¡Felices Fiestas a todos!