POR ANTONIO FERNÁNDEZ PARRILLA
La Identidad de un Pueblo
Tinajo celebra una de las fiestas más originales, mas profundas y de raíces más populares posiblemente de todo el archipiélago canario, la fiesta de Los Volcanes. Tinajo celebra, en esa mezcla de lo mítico y de lo religioso, a la Virgen de los Volcanes, Ntra. Sra. de los Dolores. Y digo de raíces más populares, porque no en vano es el volcán, son los volcanes los que van a tener una influencia decisiva en la orografía de la isla de Lanzarote cambiando por completo todo su entorno y su futuro.
La vida de los pueblos es como de las personas. Estos quedan marcados por fechas determinadas, que señalan para siempre su trayectoria, incluso su misma historia. Sin duda que no es la única fecha, existen otros momentos históricos que cambian el rumbo de nuestra Isla, pero en concreto para Lanzarote encontramos una que va a ser decisiva. «Lanzarote, leemos en la Historia General de las Isla Canarias, de Agustín Millares Torres, Tm. 1, Pág. 84, ha sido recientemente combatida por los volcanes que han rasgado de nuevo su suelo, destruido sus campos y arrasados sus caseríos, alterando profundamente sus condiciones productoras y climatológicas. Por esta causa su sistema orográfico parece envuelto en las ruinas de esa misma revolución ígneas, sin que pueda seguirse con facilidad el hilo conductor que debiera servimos de guía en el inextrincable enlace de sus dislocados grupos». Estamos allá por el año 1.730 cuando las erupciones volcánicas de Timanfaya van a trastrocar por completo la vida de los pueblos de Lanzarote. Estamos ante un hecho histórico que va, por lo tanto, a modificar definitivamente el futuro de las gentes de Lanzarote. A partir de este hecho tendremos que explicar y comprender la grandeza y la pobreza de las gentes de nuestra tierra. Nuestro signo son los volcanes. Ellos destruyeron parte de lo que éramos, pero también ellos nos han dado parte de lo que somos. En ese maridaje entre tierra y hombre, entre tierras y pueblos, el nuestro está indefectiblemente unido al mar y a los volcanes. No podremos ya entender a nuestras gentes y a nuestros pueblos sin referimos a éllos.
Por eso se me antoja que Tinajo muy bien pudiera ser, en sus fiestas, esa cita que cada año nos devuelva un poco de nuestros orígenes, nos explique nuestro presente y nos dé luz para nuestro futuro.
Un pueblo que no conoce su historia, que no celebra sus acontecimientos, es un pueblo sin identidad propia. Necesitamos dentro de Canarias recuperar nuestras esencias, tomar conciencia de nuestras peculiaridades, para ser dueños de nuestra historia. Que nunca nos decidan otros por nosotros. Que nunca más se nos trate de islas menores. Que nunca más seamos los mendigos que recojamos migajas por el camino.
El 15 de Septiembre de cada año Mancha Blanca, Tinajo, Lanzarote se hace fiesta. A la orilla del volcán, al pié de una Ermita, el rasguido de un timple y el olor a vino de malvasía nos recuerda a todos que ante la destrucción y la muerte ha triunfado el hombre. Es de nuevo el rugido, esta vez no de muerte y destrucción, que surge, como lo hicieron hace años los volcanes por sus vacas negras, de lo más hondo de las gargantas de un pueblo que hace fiesta, que hace historia, que encuentra sus raíces y asume el riesgo de vivir aquí y ahora su protagonismo en medio de otros pueblos, de otras islas, sin dejar de ser ella misma y no otra cosa.