POR ADOLFO TORRALBO CASTILLO
Las campanas del Santuario de Mancha Blanca repican gozosas por las fiestas que se avecinan. Ellas nos convocan, una vez más, para vivir con fuerza nuestra fe en Jesús de Nazaret que vive y está con nosotros y nos acompaña en nuestro caminar.
Todo fue posible gracias al Sí rotundo de una mujer excepcional – MARÍA -.
Ella, con lágrimas en los ojos, desde su imagen dolorosa, nos invita a celebrar estas fiestas compartiendo nuestra religiosidad y también nuestra alegría de vivir nuestra alegría de sentirnos hermanos.
Estas fiestas tienen una doble vertiente:
– La fe de un pueblo, el pueblo de Lanzarote, que quiere seguir creyendo en lo trascendente, por encima de lo transitorio;
– La alegría de compartir unas horas de sana diversión con todos los que nos acompañan en estos días.
Todos, chicos y grandes, ¡bienvenidos a Mancha Blanca!
Rezaremos juntos y juntos nos divertiremos. Y que, luego, al volver a nuestras ocupaciones de siempre, sintamos el gozo de lo bien hecho, el gozo de haber honrado a nuestra Madre, la Virgen de los Dolores.
Recibe, Madre, nuestro cariño
que hoy ponemos todos en Ti.
Tus fieles hijos de Lanzarote
nos entregamos todos a Ti.