POR ANTONIO LORENZO MARTÍN
En acción de gracias por el fin de una catástrofe, surgió la ermita de Mancha Blanca. Finalizada otra aún más sangrienta, La Virgen de Los Dolores tinajera, hasta entonces estática, se pone en marcha. Muchos recordamos su llegada a Arrecife, en aquellos años posbélicos, seguida de muchos fieles y presididos por el santón rural, a quien el escritor, contagiado por el ambiente oriental del pueblo, llamó Pope; y de aquel itinerario aún queda la imagen de la Dolorosa en la calle Fajardo.
Hoy, celebrando este 1,987, la peregrinación será al revés. Nuestras mujeres y hombres, y los niños, marcharán a Mancha Blanca; y partirán de toda la isla; pero lo harán principalmente de El Cuchillo, de La Santa, de Tinguatón, de Muñique, de La Vegueta, de la Costa ó o de Tajaste; y al atardecer del día quince, todos nos daremos cita en Mancha Blanca; y recordaremos a aquel hombre valiente que plantó la Cruz ante la lava; y agradeceremos a quienes cumplieron sus promesas construyendo el templo; y vendrá a nuestra memoria y a nuestros sentidos el volcán; y soportaremos el viento; y aguantaremos el calor; y Mancha Blanca será por unas horas el punto más importante de la Isla; y estarán la parranda y el ventorrillo; el timple y la guitarra; y el camello tuchido con el pretal y la tajarra recién limpios; y la silla inglesa acabada de pintar; estará el forastero y el vecino; y se conocerán parientes; y sonarán las campanas y estallarán los voladores; y el vino de la tierra correrá en abundancia; y llegará el olor del asadero de sardinas; y todos nos llenaremos de alegría; y es que ese día vamos a rendir homenaje a la Patrona de todos los lanzaroteño; vamos a dar gracias a Nuestra Señora de Los Dolores; a La Señora de Los Volcanes