Por Rafael Feo Feo
Fue el primer Obispo Católico de la Iglesia Uruguaya.
Cuarto hijo de Gerardo Vera y Josefa Durán, originarios y agricultores de Tinajo, nació en el barco que llevaba a su familia a Uruguay y fue bautizado en suelo brasileño en una escala del buque.
Sus padres se establecieron en el Departamento de Maldonado (San Fernando). Más tarde se establece en Canelones (Toledo) y abre una tahona (horno de pan).
Sus estudios los realiza en el Seminario de Buenos Aires de la Orden Jesuita, por no existir en Uruguay dicho centro.
Es ordenado sacerdote en Buenos Aires en 1841 y vuelve a Canelones a ejercer su ministerio.
En 1.859 el Papa le nombra Vicario en Montevideo, para ejercer su autoridad en todo el país.
Por sus enfrentamientos por no querer enterrar un masón y contra un párroco que no cumplía con su misión por ser senador de la República, que tenía prestigio en la clase política le enfrentó al Presidente de la República y estuvo desterrado en Buenos Aires casi un año.
En 1.865 es ordenado Obispo de todo el Uruguay.
Muere en 1.881, le despiden con la frase: ”¡Pueblo uruguayo, el santo ha muerto!. En la Catedral de Montevideo tiene un mausoleo pagado por suscripción popular, es una grandiosa estatua de Mons. Jacinto Vera arrodillado, en oración, con la mitra sobre el suelo. Sus restos se repartieron por varias localidades.
Jacinto Vera fue proclamado Venerable por el papa Francisco en mayo de 2015, y actualmente está en trámite ser Beato.
Un Barrio del centro de Montevideo lleva su nombre.
En Canelones hay una localidad llamada San Jacinto en su honor, los terrenos los donó su hermana María.