Por Agustín Cabrera Perdomo
En esos eternos y siempre inconclusos Planes de Ordenación del Territorio, el de La Geria, el del Archipiélago Menor, el B.I.C. del BAC y del pin pan pum, que han costado a la ciudadanía una pasta gansa, un montón de millones de euros y que se están redactando con enorme responsabilidad «política» pero sin ninguna prisa y sin dar soluciones a los problemas que generan estos utópicos pero necesarios planeamientos del territorio patrio. Cuanto trabajo y riqueza podría estar generado LAS RIBERAS DEL CHARCO si se hubiese contado con un poco de imaginación por parte de Políticos, Arquitectos, Interioristas etc. que con su colaboración y trabajo hoy podría ser un lugar exclusivo y de categoría internacional.
Después de este preámbulo quisiera centrarme en un grave problema ambiental al que nadie parece prestarle atención. Se trata de la interrupción total del aporte de arena (jable) a las playas surorientales de la isla. Como única medida preventiva de este grave problema ha sido recoger en los Planes de Urbanismo que afectan a este territorio y como única medida declararlos como PASOS DE JABLE.
Recordar un poco lo que era el periplo del jable que cruzaba la isla de N. a S.; pondrá en conocimiento y situación a las jóvenes generaciones que no conocieron por razones de edad, este fenómeno natural de nuestra isla. El gran aporte de arena a las playas de la Costa Oriental de Lanzarote se iniciaba en la hermosa y única playa de Famara, donde el persistente oleaje deposita la arena en sus extensas orillas y que el fuerte viento del nordeste se encarga de trasladarla a través de las llanuras bajo las laderas del Risco, donde a los grandes médanos casi se les veía avanzar lentamente en dirección Sur. Con nuestra eterna brisa colaboraba en este desplazamiento arenoso el trabajo del campesino lanzaroteño que con sus cultivos y la necesidad de recopilar leña para alimentar el fuego en sus hogares mantenía esa parte del territorio, roturada y libre de matas, de leñeros, de tabaco Moro (tabobos) y aulagas, facilitando así que el volandero jable llegase franco de obstáculos hasta las inmediaciones de la montaña de Emina y a la cual rodeaba por sus flancos. Ya cuesta abajo la canalizaban en sus campos los campesinos cultivadores de tomateras y batatas que cambiando el sentido de los surcos, controlaban las arenas que necesitaban dichos cultivos. Sin obstáculos ni raíces que impidiese su benefactor avance, las finas y doradas arenas cruzaban la Carretera de Tías teniendo ya a tiro de piedra su meta final que volvía a ser las orillas del mar, esta vez más remansado y tranquilo. Las principales playas a las que llegaba el y volandero y viajero jable, eran las hoy denominada de El Cable, La Concha, Playa Honda y Guacimeta. Este ininterrumpido aporte de jable atravesaba la carretera de Tías, en la cual y en algunos puntos se formaban enormes dunas que la invadían y a las cuales los vehículos tenían que rodear por fuera de la vía para salvarlas y poder seguir su ruta. El núcleo poblacional de Playa Honda, antiguamente compuesto por una docena de casas de veraneantes de San Bartolomé, por su bien pensada ubicación, no impidió nunca la llegada masiva de la arena a dicha playa. El primer obstáculo que se le puso fue la construcción de un vulgar edificio de apartamentos en dos plantas en primera línea de playa al que recuerdo como junto a los paramentos verticales que daban al norte se acumulaba tal cantidad de arena que llegaba a tener la misma altura de la edificación mencionada.
Yo no soy estudioso de las corrientes submarinas que mueven las arenas del litoral, lo que sí tengo es el recuerdo de la arena que tenia Playa Honda en los años ochenta, hoy no queda sino eso, un triste recuerdo.
La falta de este aporte continuo por las tres playas mencionadas -a mi entender- ha repercutido en el resto de las playas situadas más al Sur y especialmente en la denominada Playa Grande de Fariones, donde la distancia desde la Avenida a la orilla, era el doble o el triple de la que existe actualmente. También recordarán todos ustedes que en las mareas grandes en esta playa se formaba una enorme laguna, no tan extensa como la que aún se forma en Matagorda, pero que sirve de ejemplo para demostrar que no estoy exagerando. Con el abandono de los cultivos y como posterior consecuencia de ello fue el crecimiento de los matorrales mencionados que han tejido de raíces el suelo desde Famara hasta las costas orientales desapareciendo prácticamente el flujo arenoso y que con la construcción de la mediana de la autovía de San Bartolomé, terminaron de darle la puntilla definitiva, el descabello o sea, el triunfo de la sin razón. Cuando algunos cientos de kilos de arena logran saltar dicha mediana, son recogidos por media docena de operarios que la depositan en una camioneta. En vez de verterla directamente en una de esas playas, la vacían a barlovento de la autovía y tira millas amiga.
Soy consciente que la solución es complicada para este gravísimo problema, pero para afrontarlo están nuestros muy bien pagados políticos y asesores de las insulares Instituciones. ¿No se le ha ocurrido a ninguno de ellos proponer o plantear alguna idea para tratar de afrontar este grave problema? Yo no he escuchado ninguna excepto las buenas intenciones recogidas en papel y que solo son buenas y loables, pero solo eso: buenas intenciones apuntadas en una barra de hielo. En fin papel mojado y teórica protección con la hoy desafortunada denominación como PASOS DE JABLE, en los eternos e inconclusos Planes Generales.
Agustín Cabrera Perdomo
John Kennedy Toole
La conjura de los necios (fragmento)
“Soy capaz de tantas cosas y no se dan cuenta. O no quieren darse cuenta. O hacen todo lo posible por no darse cuenta. Necedades. Dicen que la vida se puede recorrer por dos caminos: el bueno y el malo. Yo no creo eso. Yo más bien creo que son tres: el bueno, el malo y el que te dejan recorrer.