Horas de sol, horas de Tinajo

Agustín Cabrera Perdomo
Fuente: Lancelot- Nº934/15.06.2001

Los embates del viento, la lluvia y el sereno, han fortalecido tu impasible presencia.
Siglo y medio, contemplan tu perenne quietud, al borde del alero de la blanca cubierta de la Iglesia de San Roque.

Luminosas horas por ti señaladas, viajaron junto a las miradas de muchas generaciones de mujeres y hombres de Tinajo, y que desde tu privilegiada atalaya, conocías casi por sus nombres.
Horas de alegría… De pleitos, jaranas, de timples, guitarras y rudas voces de folias, mezcladas con aromas de carne en adobo. Horas marcadas y sentidas en tu noble tablazón, durante las antaño bulliciosas fiestas del Patrón San Roque.
Y también… Largas horas henchidas de tristeza, en las despedidas de aquellos que iniciaban bajo tu sombra, el último trayecto hasta el eterno descanso de la muerte. Horas estas, siempre acompañadas del rajado doblar de tu vecina; la vieja y herida Campana, compañera de bronce, quien con su tañido de dolor, nos recordaba temosa, la mierdita que somos.
Ante el entusiasmo de unos y la crítica mordaz de otros, (alguien recordará aquello de: «La Plaza del carbón y el pueblo del toletazo») viste surgir en aquel polvoriento llano de enfrente; Nueva y remozada plaza. Los presuntuosos pilares que adornaban sus esquinas, se sustituyeron por: Manriqueños muros y blancos bancos, irregulares, folklóricos, que poco a poco, fueron confor¬mando frondosos jardines. Se plantaron dragos, palme¬ras, árboles, y con el paso de algunos años, el trinar de los pájaros y el volar de las tórtolas entretuvieron tu centenario hastío.
Mirando a tu izquierda, y de reojo, has sido también testigo mudo de los últimos ramalazos de la inédita historia de Tinajo. Y algo perplejo, observas condescen¬diente, los avatares de la vida política de tu pueblo. No entiendes bien, por tantas siglas, pero… Tus cansadas neuronas de resina, agolpan en tu memoria el recuerdo de la figura inquieta y menuda del cura don Benito Parrilla, quien, «in illo tempore,» arreglaba y componía democráticamente aquellos asuntos del Bastón de Mando, con sus amañadas y piadosas recomendaciones.
Esperemos con la fe de los cruzados, que no solo en el recuerdo, perdure tu silencioso tic tac, y que pronto, te volvamos a ver en tu viejo pedestal, señalando en silencio, el fugaz paso de las horas de la vida de Tinajo.

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