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Cuando los vecinos de Tinajo, organizaron su primera procesión imploratoria, para librarse de las amenazas del volcán, no portaban ninguna imagen de la Virgen de los Dolores, sino un cuadro al óleo de la misma, que era de lo que disponían en la iglesia de San Roque, la futura parroquia.
En cuanto a la bella imagen actual, no se conoce su procedencia ni su autor, por la pérdida de los documentos. Se supone adquirida a finales del siglo XVIII, pues en inventario de dicha fecha se habla del «nicho para la imagen» que ha quedado oculto tras el retablo actual. Su estilo tiene sabor andaluz, en opinión de su párroco, y su serena belleza, se transparenta en su resignado dolor. Ella ha favorecido que su devoción se extienda a los más apartados y recónditos rincones de la isla. Y que en los archivos parroquiales de Lanzarote abunden las Dolores, como nombres personales.
En cuanto al célebre cuadro que sirvió de estandarte para la famosa procesión a Mancha Blanca en el momento álgido de la erupción volcánica de los cráteres de las Quemadas, también tiene su historia. Según Agustín de la Hoz en 1872 doña María Rosa Valenciano le compra un cuadro nuevo al párroco de Tinajo a cambio del antiguo. Tal reliquia pasó a posesión privada hasta 1910 en que se descubrió en el domicilio de Esteban Velázquez y Juana Cabrera Feo. Dicha señora se resistió a su entrega mientras no se curase de una enfermedad. Pero luego tampoco quería devolverlo; mas una serie de adversidades familiares le hicieron ceder y cambiar de idea.