Fuente: Lancelot- nº 328- 16-09-1989
A mediados del siglo XVII, Tinajo era un pueblo muy humilde y sus habitantes eran, en su mayoría, controlados y administrados por la legendaria doña Ana Viciosa. En 1679, fecha de las erupciones volcánicas, un franciscano, el P. Guardián, convoca y calma el pueblo para organizar una rogativa portando la imagen de Nuestra Sra. de Los Dolores, y dirigirse al encuentro de las corrientes de lavas. La procesión se situó en la Montaña de Guiguán y allí prometieron solemnemente construir una ermita a la señora si ella conseguía contener la desolación que se estaba consumando. Un lugareño, decidido y con arrojo, abrazado a una cruz de tea, se adelantó como pudo al hirviente magma y clavó la cruz, aquel río de lava se detuvo, dejando de sepultar nuevas tierras y desviándose hacia las petrificadas escorias de anteriores erupciones.
El 16 de abril de 1736 cesaron las terribles erupciones, pero la pobreza de las gentes de Tinajo impidió el que pudieran cumplir la promesa realizada. Dice la tradición, que en 1774, una pastorcilla llamada Juana Rafaela Acosta recibió el encargo de la Virgen de que les recordara a los vecinos que cumplieran la promesa de construir la ermita. A partir de entonces todos los vecinos se afanaron por construir la ermita que quedaría abierta al culto hacia 1781.
En 1824, volvió a repetirse el milagro, según la tradición, en las nuevas erupciones volcánicas, y en 1862, quedaría acabado el actual santuario de Nuestra Sra. de los Volcanes.
Historia de Tinajo 