Por Agustín Cabrera Perdomo
Corren los últimos días del mes de Enero de 1891, fondeado frente a la bahía del puerto se recorta majestuosa la silueta de un crucero de la Marina Española : el Isla de Cuba. En tierra, en la vieja casona que sirve de sede al Casino de Arrecife, su Junta Directiva presidida por Don Eduardo Rodríguez Fernández celebra sesión ordinaria y toma entre otros acuerdos el de agasajar en sus salones en una » reunión de confianza «a la oficialidad del navío de la Armada Española, surto en puerto por causas que desconocemos.
En aquellos años del crack de la cochinilla, no parecían estar muy saneadas las arcas de nuestra sociedad, según nos revela la lectura del acta de aquella sesión , el Casino solo podría aportar para la celebración de aquel evento la cantidad de setenta y cinco pesetas, el resto se procuraría recaudar mediante suscripción voluntaria entre los señores socios. Para éste sin duda importante acontecimiento social, la Junta acuerda la creación de tres comisiones: la primera sería la encargada de hacer llegar personalmente al Sr. Comandante del buque la invitación oficial a los actos a celebrar en honor a la tripulación, quedando conformada por el Sr. Presidente y el Sr. Secretario.
La Recepción de Señoras correspondería a la segunda comisión creada para tal fin y estaría compuesta por los Sres. Socios don Ginés Cerda, don Santiago Rueda Morales, don Benito Pérez, don José Lavandera, don Eduardo Martinón, don Eduardo Coll, don Manuel Ballester y don Jerónimo Díaz, estos serían los afortunados miembros que tendrían el honor de acompañar a las Señoras al salón de baile. La tercera y última comisión se encargaría del arreglo de la mesa de refrescos, estando presentes en ella los Sres. don Enrique Saenz, don Domingo Díaz, don Pedro Schwartz y don Camilo González.
Nos gustaría suponer que la velada resultó un verdadero éxito y no hay motivos para pensar lo contrario, sin embargo según la redacción de la mencionada acta, los nombramientos de las citadas comisiones suscitaron entre algunos socios recelos y críticas públicas, antes que los acuerdos se hubiesen hecho oficiales. Esta circunstancia fue debida a que cuando se celebraba dicha reunión de la Junta Directiva, tuvo que interrumpirse su desarrollo normal, por la imprevista visita a la sociedad de los mandos del mencionado Crucero, acordándose un aplazamiento de la misma hasta el día siguiente.
Esta dilación, fue la causa de que los acuerdos tomados el día anterior, fueran conocidos por los socios. Al reanudarse de nuevo la sesión, conocíanse con pelos y señales a los autores de las críticas a dichos acuerdos. La Directiva decide entonces, por unanimidad y a propuesta del Sr. Presidente presentar la dimisión y convocar Junta General para el día siguiente a la celebración de los actos en honor de los marinos, de la por aquellos años maltrecha y gloriosa Armada Hispana.
continuará.