Reflexiones sobre los nombres de las calles del municipio de Tinajo

Por Agustín Cabrera Perdomo
Fuente: Lancelot nº 961- 21-12-2001

EI humanista Alfonso Armas comenta en el prólogo a tercera edición del Libro Lancelot 28º 7′ de quien es autor Agustín Espinosa, lo siguientes: Lancelot, 28º 7′ es el más fervoroso y documentado que se ha escrito sobre nuestra historia. Porque no está hecha con fría erudición, sino con caluroso podercreador .
En este libro, Agustín Espinosa dedica un capítulo a Tinajo, donde inmortaliza sus cúpulas bizantinas y la singular figura de Don Tomás el Cura, ¿Acasoso no es digno Agustín Espinosa de que una calle de Tinajo lleve su nombre? ¿O tendría que haber llevado a sellar todas las semanas las quinielas a Arrecife para tener ese privilegio?

Fue Don Bartolomé Cabrera Betancort, preclaro hijo este pueblo, hombre de cualidades humanas e intelectuales sobresalientes. Ingresa en la Compañía de Jesús a los diecinueve años, aportando como bagaje intelectual, cuatro años de humanidades, estudia Teología en Francia, y dedicó la mayor parte de su vida a la enseñanza por diversos países europeos. Se dice de él, que hablaba siete idiomas, y que fue confesor de la Reina Isabel II. En 1894 deja la Compañía de Jesús y se vino a su pueblo; Tinajo, donde murió tres años más tarde, dejando entre los suyos el recuerdo de un hombre santo. ¿No es digno Don Bartolomé, que su nombre figure en una de las calle de su pueblo?, o ¿tendría que haber puesto un ventorrillo todos los años en Dolores para conseguir ese honor?
Don Jacinto Vera Durán, aunque nacido en el barco que los trasladaba a tierras Americanas, sus padres, humil¬des campesinos de Tinajo, lo engendraron aquí y fue más adelante, un preclaro personaje de la Historia del Uruguay. Llegó a ser primer Obispo de Montevideo del que nos podemos sentir orgullosos, como canarios y tinajeros. ¿Tampoco su nombre merece figurar en una de las calles o Avenidas de Tinajo?
Y de los Alcaldes que fueron? ¿Ninguno se merece una calle? ¿Tan desagradecidos somos con los hijos del pueblo, que con más o menos acierto, lleva¬ron el bastón de mando? ¿Les negaremos que al menos el recuerdo de sus nombres perdure en la memoria de futuras generaciones? Don Antonio Santos, Don J. Lubary, (promotor de los enarenados y autor de un complejo proyecto de transportes a base de vagonetas sobre raíles), Don Gregorio Morales, Don José Fernández, Don José Cabrera, Don Segundo Rodríguez, Don Luis Perdomo, aun¬que para ponerlos a todos, tengamos que sustituir alguna calle ya designada con el nombre del perejil o del «tabobo». Sinceramente, pienso que suena mejor Calle Alcalde Jesús Machín -por ejemplo-que los mencionados del perejil o del «tabobo». Y, como nos sobran calles y caminos roturemos con sus nombres a todos los alcaldes que fueron o serán en el futuro.
Don José Molina, otro preclaro hijo de Lanzarote, que dejó imborrable huella de su humanidad como médico y como perso¬na en todos los rincones de la Isla, también está presente en las mentes de nuestros mayores que tuvieron que recurrir a él en trances de enfermedad. Tinajo estuvo siempre en el recuerdo de Don José. (Tinajo y La Santa eran lugares que tenía en gran estima, de hecho pasaba temporadas en estos lugares). En honor a esos enfermos de este pueblo que el atendió. ¿No se merece su recuerdo una Calle?
¿Y de las Maestras y Maestros? ¿No hay homenaje posible en forma de humildes rótulos para aquellos esforzados docentes que dentro de sus posibilidades, intentaron sembrar la cultura entre los niños, en aquellos tiempos difíciles? Don José Pareja, Don Gabriel, Don Santiago, Doña Carmen Marrero, Doña María Rosa, y algunos más que seguro se me olvidan.
Y como personajes de Leyenda Doña Ana Vicioso Bethencourt, Sra. de Tinajo, esposa que fue de Don Roque Luis Cabrera, Teniente Capitán, vecino de Tinajo, y que sin duda con ínfulas de arquitecto castrense, fue el artífice constructor de la famosa cueva habitación que cuelga estratégicamente de los acantilados de la Laja del Sol.
Y por los trabajos de Jacinto el fotógrafo, ¿no debería perdurar su recuerdo por las tantas imágenes que nos dejó de hombres y mujeres que hicieron posible que Tinajo sea lo que es hoy?
La cuesta que sube desde La Costa bordeando la falda de la Montaña de Tinajo, en su vertiente Este, siempre se le llamó, cuesta Molino de Viento. El camino que bordea el Morro Molino de Viento por su parte naciente, tuvo su nombre: se le conocía como Camino de los Cascajos. Con un poco de trabajo serio se habrían podido recuperar los nombres con los que se conocieron la mayoría de los caminos, pero más fácil y folclórico es recurrir a la madre naturaleza para salir del paso y dejar sembradas las calles y caminos con nombres de plantas autóctonas o con vuelos rasantes de gaviotas, petreles y algún que otro pájaro «moñúo».

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