Fuente: Agustín de La Hoz -Lanzarote
Una costumbre distinguida de La Vegueta feudal consistía en brindar a los recién llegados, en general gente de pro y de contra, con una taza de caldo de gallina. Tal ceremonia acabó por descalabrar a los estómagos señoriales, que ya andaban hastiados de tanta carne de ave. Pero, como era una obligación recibir las visitas con taza de caldo, la matanza de gallinas continuó, si bien los señores se abstenían luego de comer un solo bocado, por lo que echaban la carne a los cerdos porque no era conveniente que la servidumbre se acostumbrara a comer bien como los amos:
«y si el estribillo
a los ángeles marea,
¡que baje Dios del cielo
y lo vea!»
Y si no, que baje don Tomás, el santo cura, que para La Vegueta no tuvo otra cantinela: «Lanzarote, mis hijos, es un huevo, y La Vegueta la yema, aunque lo malo sea que la yema está chueca». ¡Sabias palabras las de don Tomás!