Fuente: Agustín de La Hoz -Lanzarote
(…) En la segunda mitad del siglo XVIII destaca en La Vegueta la pintoresca figura de don Florencio Rocha que, disfru¬tando de buenas rentas (1), edifica tres casonas iguales mientras sus feudos, como coro monjil, recitaban diente con diente villancicos de eterna fragancia, cuales éstos:
«Ángeles del cielo,
vengan ustedes a dar consuelo…».
Se dio el caso en que, a la amanecida, don Florencio mandó a sus peones al campo como todos los días, pero con la particularidad de que él también se ausentó a fin de resolver asuntos pendientes en Arrecife. Cuando regresaba a La Vegueta se sorprendió de ver a su mujer, muy airada, aguardándole por las afue¬ras del pueblo. Preguntada la causa de tanto enfado, la solemne cónyuge narró cómo las mujeres de los peones se habían atrevido a dar a sus niños gofio y pejines. Don Florencio, acaso para dar satisfacción, quitóse de cuentas y consideraciones, vociferando e insultando a todos, penetró en las casuchas de su propiedad destinadas al peonaje, y sin decir una sola explicación echó al camino todos los enseres de aquellas pobres familias. Después de la puesta del sol llegaron los feudos de don Florencio, quienes se encontraron la patética y miserable escena provocada por el dueño. Allí, como gitanos, pasaron toda la noche, hasta que por la mañana emprendieron el éxodo hacia Montaña Blanca, de donde eran:
«Ángeles del cielo,
vengan ustedes a dar consuelo».
NOTAS
1.- Es la buena época de la barrilla y comienzos de la cochinilla