Fuente: Agustín de La Hoz –Lanzarote
(…) En 1926 llega a La Vegueta don Eugenio Croissier Zalazar, con la orden de localizar a todos los apestados procedentes del Puerto de la Luz. Ni que decirlo habrá que el señor Croissier fue poco menos que recibido «de espaldas», y que absolutamente nadie le dio la mano. Localizado un caso seguido de defunción el médico tuvo que hacer de sepulturero, ya que ningún vecino quiso escucharle y mucho menos acercarse al muerto (1) por temor al contagio.
Resultó una verdadera odisea conseguir el traslado del cadáver al cementerio de Tinajo, situado a unos cinco kilómetros del lugar. Después del caso de peste La Vegueta desplomó sobre sí el letargo de su vieja época feudal, y nadie en el pueblo volvió a hablar del suceso que se consideraba una afrenta y una desfachatez del destino. (…)
NOTAS
1.- Se llamaba Francisco Duque