Incumplimientos de las promesas a La Virgen

Fuente. Agustín de la Hoz- “Lanzarote”

(…) Pero, las promesas hechas a la Virgen en días aciagos y desesperantes, se olvidaron tan pronto como los insulares tuvieron paz y tranquilidad. Así pasaron los años, acaso, más de cuarenta, durante los cuales el monte Guiguan sólo fue un símbolo, un agradable recuerdo de la intercesión de la Virgen, pero nada más. Apenas si entre los vecinos se hablaba de aquella vieja promesa de construir una ermita a N. S. de los Dolores. No por estas afirmaciones dejamos de creer que alguien habría en Tinajo dispuesto a recordar la insoslayable ofrenda confirmada por el voto general. Mas, ya lo hemos dicho, en Tinajo no vivían sino pobres pastores y la miseria constituía una costumbre.

Solamente un par de ricos habría en toda la reducida población, por lo que no es baldío suponer que el olvido más bien sería de los hacendados que de los humildes cabreros, entre los que se contaba Juan Antonio Acosta, padre de la bienaventurada y dulce pastorcilla Juana Rafaela Acosta (1). Cuidaba ésta sus cabras por la fértil y alegre caldera de Guiguan, pues era la pastora vecina de Mancha Blanca, cuando una mujer enlutada la saludó amablemente y le dijo: NIÑA, VE Y DILES A TUS PADRES QUE CÚMPLANLOS VECINOS LA PROMESA DE CONSTRUIR LA ERMITA, PUES DE LO CONTRARIO CORRERÁ EL VOLCÁN DE NUEVO. La niña, que en este año de 1774 debía haber cumplido los nueve de su edad, sin conceder mayor importancia a la comunicación de aquella mujer, contó el suceso a sus padres. Ni Juan Antonio ni Rita creyeron a su hija y le riñieron por tales embustes. Días más tarde, la pobre pastorcilla torna a ver a la mujer enlutada, que le encarga nuevamente el mismo recado, pero Juana Rafaela se niega y alega que sus padres la castigan porque creen que sus palabras son mentira. Pero, la Santísima Virgen, que no era otra la mujer de luto, puso su mano sobre los hombros de la niña diciéndole: VE, AHORA TE CREERÁN. Los padres de Juana Rafaela quedaron atónitos y sin habla, sorprendidos de ver la sombra morada, en forma de fina y bien proporcionada mano, que mostraban los hombros de aquella criatura privilegiada. No será motivo de discusión si afirmamos que Juana Rafaela fue en el acto conducida a la Real Villa de Teguise, flor del espíritu religioso de la isla, y acompañada por ese interminable cortejo de fieles y curiosos característicos de tales acontecimientos. Juana Rafaela fue examinada minuciosamente, tanto por clérigos prudentes como por adustos señores, que a bisbiseos pronunciaban la palabra milagro. A Juana Rafaela la llevaron al templo matriz para mostrarle las diversas imágenes de la Virgen, y en la de Nuestra Señora de los Dolores la niña reconoce a la «mujer enlutada». A partir de ahora todos los vecinos, ricos y pobres, se afanarán por edificar la ermita prometida en aquellas casi ya lejanas fechas de angustia y desolación (2).

Notas

1.- Bautizada en Teguise en 1767, hija legítima de Juan Antonio Acosta y Rita Umpiérrez.
2.– Si Juana Rafaela tenía entonces 9 años, en 1774, y suponiendo unos diez años de construcción, la ermita quedaría abierta al culto entre 1781 a 1785, pues en 1780 aún no se registraba en el lugar templo alguno, si bien se estaba construyendo.

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Categorías: Iglesia Ntra. Sra. Los Dolores | Deja un comentario

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