Fuente: Los volcanes de Chimanfaya
Santiago Cazorla León
Mancha Blanca, junto a la Caldera de Guinguano, continúa siendo un lugar alegre, con sus casas, también blancas, haciendo honor a su nombre. Y aunque pertenece a Tinajo, Mancha Blanca no aparece en sus padrones, por lo menos en 1819, que tenemos a la vista. Es muy posible que la razón de este silencio se debe a que sus Curas no consideren a Mancha Blanca como un barrio de la Parroquia, sino como parte integrante de lo arriado de la misma.
Tampoco los nombra el Anónimo de 1776 (Compendio Famoso) que cita hasta los lugares de un solo habitante.
Pero los volcanes de Chimanfaya sí se acuerdan de Mancha Blanca tanto de la Grande como de la Chiquita.
Hablando el libro de Recuerdos 1723 – 1744 del volcán del 1 de septiembre de 1730, escribe:
«… Corriendo un barranco de fuego al Rodeo, Mancha Blanca la Grande en tanta altura que se llevó todo lo demás de Mancha Blanca la Chiquita…»
[Fol. 133 vt.]
Pero Mancha Blanca, a pesar de los pesares, ha pasado con todo el honor, a la historia, por el gran milagro que la Virgen de los Dolores hizo en su tierra.
Fue el año 1735, cuando se recrudecieron los volcanes y cuando corrientes de los cráteres de las Quemadas se dirigían a Tinajo por Mancha Blanca.
El temor se apoderó de todos y se unen a la procesión de rogativas que presidió un Franciscano del Convento de Teguise.
Hoy sabemos el nombre del Franciscano que presidió la procesión del milagro de la Virgen de los Dolores; se llamaba Esteban de la Guardia. Fue Guardián y Predicador del Convento Franciscano de Teguise 1733 – 1739- Y falleció en el trienio 1766 – 1769.
(Guía para visitar los Santuarios Marianos Canarios. Madrid 1999- Fol. 110).
Habían sacado en procesión el cuadro de la Virgen de los Dolores, que se había adquirido después del año 1733, y que era la única Imagen de la Virgen que había en la Iglesia de Tinajo, según vemos en sus inventarios.
«Más un cuadro de Ntra. Sra. de los Dolores y media de alto.»
[Cuentas de Fábrica de 1733 – 1738]
Al llegar el volcán a Mancha Blanca, uno de los que iban en la procesión se acercó con una cruz lo más que pudo a su lava, y allí plantó una cruz.