Por Agustín Cabrera Perdomo
Tenía tanta gracia, que solo con mirarle a la cara te entraban ganas de reír. No solo era su gracejo innato lo que mejor caracterizaba al personaje de este surrealista relato, poseía además la facultad de haber sabido vivir y de haberlo hecho de puro cuento durante gran parte de su alegre existencia. Transitar así por la vida, sin dar palo al agua e intentar hacer creer lo contrario, no hay duda que tiene un discutible mérito.