Por Agustín Cabrera Perdomo
Al morir sus padres, aquel intachable tinajero, recibió en herencia unas tierras en el lugar donde dicen «La Cueva de la Ovejera. Aquel topónimo dado al mencionado sitio, presuntamente implicaba la existencia en el lugar de una cueva habitada o frecuentada por una señora que debía tener un rebaño de ovejas, o que las llevaba a pastar por aquellos eriales de piedras de costa y tierras bermejas donde trabajosamente se abría paso el chilate y otros hierbajos si las lluvias caídas durante el invierno hubiesen sido más o menos abundantes.