POR ANTONIA RODRÍGUEZ BERRIEL
Señores, señoras, como hija de este pueblo, y sobre todo como mujer, es para mí un honor el ser pregonera de nuestras fiestas a mi edad.
Cuando Teresa María me invitaba a ser pregonera, casi no la dejé terminar de hablar y le dije ¡Que va muchacha! , pero ella insistía una y otra vez con su run run, que yo me lo merecía, que yo conocía como eran las fiestas de antes, y tanto insistió que acepté.